Estudió arquitectura, donde por su inclinación hacia el arte siempre apeló a la importancia de la “arquitectura emocional” y la idea de crear espacios que no solo fueran funcionales, sino que transmitieran, evocarán o hicieran sentir.

Después de ciertos eventos que crearon un punto de inflexión en su vida, Isabella se reencontró con el arte plástico, encontrando en el un medio de sanación y de entrar en contacto consigo misma.

Fue el juego de colores, formas, texturas, etc. Lo que le permitió expresar todo aquello que no podía decir con palabras y encontrar un punto medio entre sus estudios y su pasión. La pintura y sus cualidades han acompañado a Isabella en el arranque de su carrera, pero su búsqueda por expresarse la han llevado a experimentar con distintos materiales y en cada obra toparse con un proceso de autodescubrimiento.

Isabella busca usar su arte como un medio para dejarse ser y mostrar sus lados más vulnerables… sentimientos, recuerdos, momentos e historias. Buscando con esto promover la importancia actual del conectar y de crear un entorno más humano, seguro y empático, donde todos puedan sentirse libres de ser.